Tardes de Cine

Ficciones, Mentiras e Ilusiones Ópticas de la Vida Real

30.3.06

Crisis de Panico

Anoche fui a la tocata de Pánico en el Teatro Teletón. Rara combinación el estatus rockero con el estatus minusválido. De hecho había un tipo que llevaba esas dos cargas y desde su silla en medio del público le corría mano a las chicas.
Sobre el escenario, pura plusvalía. Se vio y se escucho bien a Eddie Pistolas y su banda. En tres palabras: sólido, rockerísimo y divertido. Mezclando temas del nuevo disco, "subliminal kill" y viejos hits del siglo anterior. Los que salieron aporreados, por no decir lisiados, fueron mis pulmones con tanto gil fumando en lugar estrecho, incluso en el tumulto de salida.
Realmente Pánico son unos amantes de la música y enloquecen por hacer bien su show. Al lado, queda pálido cierto personaje de ficción que invade las pantallas nacionales con similar aspiración. A su favor, los Pánico no tienen la gracia de correr por Valparaíso persiguiendo maleantes con contrabajos al hombro y sudando la gota gorda. No se puede pedir todo.

27.3.06

Billar

El sábado en la cineteca vi una de las pelis más bizarras que he visto en toda mi vida: Historia de un Equipo de Billar, dirigida por Sebastián Alarcón. Aunque nunca antes vi una peli de él, ya sabía que este cineasta chileno pasó muchos años exiliado en Rusia donde llegó a trepar más o menos alto en la escena cinematográfica soviética. Filmó mucho y sus pelis fueron vistas por millones de personas. Creo que su mayor hit tuvo algo así como 35 millones de espectadores. Varias de sus películas rusas transcurren en Chile, con personajes chilenos hablando rusa. Creo que una es una historia de unos huasos de Talca y además adaptó "la Ciudad y los Perros" de Vargas Llosa antes que lo hiciera Lombardi. Aunque los gringos nos tienen acostumbrados a sus pelis en inglés ambientadas en cualquier país del mundo (lo que a mí al menos me pone de muy mal humor), otra cosa es en ruso.
Mientras en la Cineteca esperaba empezar a ver la peli, dieron el trailer de "Morir un Poco", una rareza que puso el clima emotivo en toda la sala. Por eso cuando aparecieron las primeras escenas en una plazuela típicamente chilena con cordillera de cartón piedra y un paco verde con una cara de chileno alucinante, todo fue extraño y bien podía uno pensar que la peli estaba doblada. Los colores eran muy bonitos, con una textura sencilla pero única, un punto de brillo muy de fábula a la par de una dirección de arte un poco caricaturesca.
Aunque ambientada en Chile con personajes como Pacho Palma (el relegado político), Mamerto, Zúñiga y doña Rosita (a la cual los otros personajes llamaban así, "doña Rosita", con la palabra "doña" en español), entre otros, la peli era cualquier cosa menos realista. Si hubiese que definirla, tal vez lo más justo sería decir que es una alegoría.
Haciendo el cuento corto, al igual que "La Frontera", se trata de un aislado pueblo donde ha llegado un relegado político. Aunque oficialmente todo el pueblo le rinde honores al dictador, felices se enrolan en el equipo de billar con camisetas rojas que crea el relegado, incluido el carabinero local. El deporte es una excusa para crear un sueño colectivo: dejar de ser un pueblo aislado y salir al mundo.
Con el paso del tiempo, los habitantes del pueblo van dejando de lado el billar y sucumben al comercio que poco a poco va devorando el humilde pueblo hasta darle un apocalíptico look de mall futurista.
Aunque la peli guatea y su rollo sobrecargado es agotador, hay momentos sencillamente notables. Quizá el mejor de todos es la llegada del teniente, una especie de funcionario intermedio entre las autoridades del pueblo y el dictador. Vestido de blanco, como militar ruso en invierno, aparece en el horizonte haciendo esquí acuático. El carabinero del pueblo lo recibe en la orilla con el pantalón arremangado y los pies en el agua. Insólito.
Curioso saber que este mismo director cayó luego en la misma tentación que aquí describe y trató de hacer pelis en Chile para ganar plata que fueron unos fiascos de envergadura mayor.
En fin, una rareza que pocas veces se tiene ocasión de ver.

24.3.06

Laboral

Se avecina un fin de semana laboral. Ay de mí.

22.3.06

Madrugador

Ayer me tocó caminar por la calle Holanda a las seis y media de la mañana. Iba escuchando música. Son melancólicas las mañanas. Imaginé a las personas durmiendo al otro lado de las ventanas, ignorantes en forma momentánea de su lugar en el mundo, sus desos y sus preocupaciones. Me crucé con una pareja que paseaba a un perro. El tipo tenía pelo muy largo y sonrisa gigante. Su onda daba la impresión de llevar en el cuerpo muchas fiestas, muchos trasnoches y quizá este nuevo estilo de vida era cosa reciente. Luego vi a un tipo que regaba la entrada a su oficina. Tenía pinta de ser uno de esos nuevos trabajólicos, seguramente socio de la compañía, incapaz de dormir, sintiéndose inútil, se iba a la oficina antes de las 7 y regaba mientras en su cabeza corrían en orden las actividades del día. Vi a un conserje escuchando música. Una mujer caminando por el pasto junto a la vereda, casi a punto de llorar.
Me acuerdo que una vez en Londres fui a trotar a Hyde Park antes de las 7 de la mañana (vivía cerca del parque en ese momento) y me encontré con cientos de personas trotando, haciendo ejercicio, patinando, andando en bici. Como si fuera otra hora del día, las doce del día de un domingo. O sea, una escena bastante menos melancólica.
A las 8, caminando de nuevo por las mismas calles ya estaba la ciudad a mil, bocinazos, tacos, veredas llenas. Muchos niños entrando a los patios del Santiago College, uniformados, peinaditos.
Me dieron ganas de ser más madrugador más seguido.

20.3.06

Bunkers

El sábado fui a ver a Los Bunkers a la Batuta. El lugar estaba atiborrado de impecable chusma y como la ley antitabaco aún no entra en operaciones, respirar era una hazaña (apoyo incondicionalmente la ley e incluso tuve el coraje de defenderla frente a una amiga que viene de regreso de Alemania y la India, lo que la movía a condenar la ley como un ejemplo del exceso de control social que tiene a los pobres europeos alienados y mirando la espiritualidad del tercer mundo con ojos largos).
Casi tres horas después de lo anunciado Los Bunkers saltaron al escenario. Reconozco que los temas que más me gustan son los del último álbum. Los más antiguos me parecen que son mamones dentro de lo mamón que el grupo ya es. Unos tipos detrás de mí pujaban por pasar hacia delante a los codazos y unas chicas gritaban tapando la música y haciendo volar saliva por los aires.
En fin, tuve el gusto de escuchar mi tema favorito hacia el final, ése que dice: “ella tiene más de una razón/para pedir perdón/a mi corazón/ella usa la culpa a su favor/mucho mejor que dios/cero compasión”. No sé si Los Bunkers son una gran banda, pero me gustan y me divierten, y creo que a la manga de fumadorsísimos quinceañeros (salpicados de uno que otro trasnochado post 30, como yo) que abarrotaron el lugar se estaba divirtiendo. Ni tan virtuosos, ni con mucha onda, pero con un chispazo de carisma y normalidad suficiente para encender al respetable y fluir.
Definitivamente ya son demasiado populares como para tocar en la Batuta. Mucha gente de menos de uno sesenta de estatura no vio absolutamente nada en la multitud. Raro que un lugar tan inapropiado para ver conciertos se utilice con ese fin, pero la vida es así, repleta de contradicciones, si no que lo diga mi amiga, la que viene de vuelta de su tour intercontinental. Por mi lado, tuve mi cuota de Bunkers y mi cuota de Batuta por un buen rato. Definitivamente prefiero el Living.

18.3.06

Hombre-Orquesta

Anoche fui a una tocata de Leo Quinteros. Había escuchado sus dos discos “1A” y “Ahora”. Los discos me parecieron ok, nada para saltar de entusiasmo. Correctos y con algunos buenos momentos, pero con menos onda e identidad propia que otros músicos chilenos de la misma corriente neo-folk como Gepe o Nutria. De hecho me pasó una vez en una fiesta que cuando tocaron a Leo Quinteros una persona preguntó en voz alta si era Spinetta o Charly.
Ayer en Sala Master mi imagen de Leo Quinteros cambió. Primero que nada su estilo en vivo de hombre-orquesta es notable. El tipo registra in situ acordes de guitarra, efectos y percusión (sobre la misma guitarra), los que luego loopea. Sobre esa base se pone a tocar y cantar, sonando como una verdadera banda a pesar de estar solito sobre el escenario. Siempre es importante que un show en vivo sea eso, un show, y con ayuda de su modesta actitud, el número del hombre-orquesta consigue cautivar. A ratos entraban otros músicos a acompañar, todos con características físicas de personajes de animación, cualidad de la cual el propio Quinteros no logra escapar. Eran los miembros de una banda llamada Shopping Group. Buen nombre. También se sumó en un par de temas un guitarrista llamado Felipe Cadenazo de la banda Matorral. El único verdadero roquero.
Leo Quinteros ya me estaba cayendo bien. De alguna forma, consiguió cantar con menos voz de argentino ochentero y los tema sonaron bien, mejor que en el disco donde tienen un sonido excesivamente deslavado. Lo que Leo Quinteros necesita pues es un productor musical que le deje el disco a punto.
Su actitud sobre el escenario no era muy carismática. Una mezcla de tensión con apatía, que se salva por la honestidad y falta de pretensiones, pero sin mucha comunicación con el público fuera de la música. Muy distinto a lo que pasa en los shows en vivo de Nutria o Gepe. Como el show se transmitía en vivo por Radio Universidad de Chile, en el intermedio lo entrevistaron y la periodista apenas consiguió arrancarle un par de sonrisas y escuetos comentarios cuando no preguntas abiertas. Esta parquedad se compensa en todo caso con el número del hombre-orquesta.
Creo que para el próximo disco las cosas pueden mejorar, si es que encuentra la colaboración que probablemente necesita. Además me enteré que es abogado y hasta hace como un año trabajaba en un bufete, seguramente esperando con ansias el final del día para poder dedicarse a su verdadera pasión.
En fin, me reconcilié con Leo Quinteros.

14.3.06

Nelsa

Durante mucho tiempo, mis hermanas y yo hemos compartido una nana por horas llamada Nelsa. A ratos iba a mi casa, a ratos iba donde una de mis hermanas, o donde las dos, pasó por casa de una ex novia, de una amiga de mi hermana, volvió a ir a mi casa a la vuelta de Inglaterra, en fin. Ya han sido diez años de idas y vueltas con la señora Nelsa. Hasta hace poco ella iba a mi casa un día a la semana, pero cuando mi hermana mayor tuvo su segunda guagua se quedó con Nelsa a tiempo completo.
Desde entonces me la topo ocasionalmente cuando iba a casa de mi hermana y en la casa me las arreglo solo sin ayuda de nadie.
Ayer mientras tomaba once con mi mamá me contó que un día mi hermana mayor llegó a su casa y se encontró con que Nelsa andaba con cara larga. Le preguntó qué le pasaba y Nelsa le dijo que había estado hablando con Amelia (mi sobrina de 5 años) y que Amelia había dicho que yo había dicho que Nelsa era una inútil y sólo servía para cocinar. Dicen que los niños no mienten, pero la verdad es que no recuerdo haber pronunciado tamaña calumnia. Y si lo dije, ¿cuál era la necesidad de ir a contarle a la involucrada? Según Amelia, ella escuchó clarito que yo dije eso y hasta se acuerda cuando fue: durante la cena de Navidad en mi casa.
Para más remate, mi hermana intentó arreglar las cosas de una manera poco feliz: le dijo a Nelsa que yo ando picado porque no he podido encontrar nana desde que Nelsa me abandonó. Claramente el único que sale mal parado de esta ola de rumores instigada por ese piojo chico de mi sobrina soy yo. La próxima vez que vaya a almorzar donde mi hermana capaz que Nelsa me envenene la sopa.

12.3.06

Grimm

Ayer fui a ver "Hermanos Grimm" de Terry Gilliam. Francamente una pena. La peli era mala con ganas y los pocos destellos de interés tenían un aire publicitario imperdonable. Nada de la cara genuinamente sórdida e inocente de los cuentos infantiles investigados por el dúo Grimm. Para colmo la peli venía doblada al español. Una película que Tim Burton seguramente hubiese manejado mejor y que seguramente no hubiese podido tener la bajada del último film de Todd Solondz, "Palindromes": un cuento del cual los hermanos Grimm habrían estado orgullosos.

10.3.06

Valdivia

Ahorita estoy en la oficina de Jirafa, donde voy a quedarme trabajando de aquí al miércoles de la próxima semana. Buen intermedio tras el receso de vacaciones en Huerquehue y Villarrica. Una de las actividades que practiqué intensamente fue la lectura. En menos de dos semanas, devoré cuatro títulos: "Soldados de Salamina" de Javier Cercas (un libro que con cierta razón enojó a Roberto Bolaño), "El Tiempo" de Ana María Matute, "País de Nieve" de Kawabata y "Novela Teatral" de Bulgakow (este libro lo tengo a medio leer). Me gustaría ser el Bulgakow del cine chileno. No es una cuña muy marketera, pero al menos dice algo cierto.
 
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