Tarot
Aunque nunca he sido esotérico, le tengo mucho respeto al tarot. La teoría junguiana de la sincronía me parece razonable, no sólo en el naipe sino que en la vida. Y además, me gusta que las cartas por tener imágenes, hablan, o sea, se puede leer sin tener ni idea de la teoría oficial del tarot. Si tienes una inquietud y las cartas te dicen algo, al carajo con lo que diga el manual. Bueno, anoche tuve una sesión tarotística. En un par de momentos se ma pararon los pelos con las fucking cartas que iban saliendo. No requerían comentario por su elocuencia. Elocuencia silenciosa y vívida.
escrito por crisis @ 10:01 AM
Mira hermano, cuidado con quién te ves las cartas.
Tenía la costumbre de verme las cartas cada 6 meses con una persona que no falla jamás. La última vez que me las vi, las cartas me dijeron algo que no me gustó nada: iba a volver con mi ex novia. ¡Alláh no lo permita! dije en seguida. Mas a medida que pasaban los días mi ánimo iba variando como un péndulo. Sabía que no me convenía volver a esa relación pero el dictamen del tarot pesaba sobre mí.
Sentía que era imposible resistir a mi destino, pero quería rebelarme como Edipo, aún sabiendo (a diferencia de él) que todo esfuerzo era superfluo. Poco a poco fui perdiendo el equilibrio hasta que una noche llamé a mi ex y le pedí que volviéramos.
Entramos en una nebulosa de la que salí parcialmente ileso. Con el correr de los meses temí caer otra vez en el pasado. Hoy estoy libre y sano. Pero de una cosa estoy seguro: nunca más me veo las cartas, porque si sabes exactamente lo que te va a pasar en los próximos meses, ¿qué gracia tiene vivirlos?.
No, no, no, no, no. Libertad compañeros, nadie tiene para qué recordarnos o hacernos creer que giramos en órbitas preestablecidas. Ahora lo que trato de hacer es tomar conciencia de la naturaleza de dichas órbitas para escapar a ellas. Escapar del tarot para ser libres. Pero la verdadera libertad es algo muy complejo. Igual son bonitos los dibujos, puedo observar las cartas y sentir la misma fascinación de antaño, pero nunca más me veo el destino. Al menos eso lo puedo controlar.