"199 Recetas" 60 días después
En este post invitado, mi socio y amigo Andrés Waissbluth divaga acerca de la experiencia de dirigir su segundo largometraje "199 Recetas para ser Feliz"
Por Andrés Waissbluth
Han pasado 2 meses desde el fin de la filmación de “199 recetas para ser feliz” y parece un buen momento para mirar atrás. Fueron alrededor de 5 años de trabajo para poder filmar el cuento “Noticias de Milo” de Marcelo Leonart. Ése fue el punto de partida de un camino que a medida que avanzamos me fue dando la posibilidad de ser más arriesgado y hacer una película distinta a todo lo que he hecho hasta ahora.
Partir de un cuento publicado ya fue una novedad. Siempre he filmado ideas originales mías. Finalmente del cuento quedó todo y nada. Mi camino para adaptar desde la literatura al cine consistió en respetar la idea e intervenir la forma, distorsionándola de tal manera que al final se modificó la idea original. Así pasé de un concepto mínimo, voyerista a una película mental, compleja. Así pasé también de los temas evidentes del cuento como la mentira y el incesto encubierto, la mimetización y la homosexualidad latente, a uno que se sostiene sobre los anteriores: la sobrevivencia de la pareja. A pesar de que no son lo que quisieron ser en el pasado. Una vez llegado a este punto, entró la autoayuda como elemento de construcción cinematográfica de manera natural. Pueden parecer absurdas las recetas, sin embargo a pesar de sí mismo, a Tomás terminan ayudándole en su proceso de maduración y ésa parece ser la gran receta para su felicidad. Crecer. Aceptar que no es el mismo que soñó ser cuando tenía veinte.
Filmar en otro país hizo que esta experiencia fuera un desafío desde un principio no sólo por las dificultades de producción y obstáculos creativos que eso implica. Lo más importante, es que para todos era, literalmente, un viaje a lo desconocido. Eso provocó, inesperadamente, que todo fuera sensualizándose día a día. Con temperaturas sofocantes y caras de múltiples colores, Barcelona me dio la sensación de ser una ciudad erotizada bajo su capa de pretendida elegancia y sobriedad. Esto, más allá de las historias de fin de rodaje, fue un gran aporte para la película. Enrareció el ambiente. La película tiene sólo una escena de sexo, al final, sin embargo la tensión sexual se respira permanentemente. Esa tensión me dio la posibilidad de dar un paso más y de seguir tomando riesgos, logrando la mejor escena de sexo que he filmado nunca. Es emocionante. Cerré un capítulo. Después de cortos y largos relacionados con el tema, ya no quiero filmar más sexo, al menos por un tiempo.
Creo que tuvimos suerte. El equipo humano que trabajó en la película, que ha trabajado con nosotros los últimos años, está en un gran momento creativo. Combinan experiencia y talento a la perfección. Sebastián Muñoz en la Dirección de Arte, Inti Briones en la Fotografía, Bruno Bettati en la producción acompañado desde la distancia por Crisis. Waldo Salgado al lado mío abriendo camino. La incrustación chileno-catalana de Manuel Robles. Los Cristianes Petit-Laurent y Burgos. Michelle Bossy. Paco Toledo. Todos tienen muchos largos en el cuerpo, pero aún son jóvenes, con una mirada fresca, inquieta. Cualquier fotograma del primer corte que estoy finalizando habla de eso. También los actores. Pablo Macaya haciendo el personaje de su vida, en el sentido más literal. Tamara Garea aportando un toque de distinción y nostalgia y Andrea García Huidobro entregando una potencia y ambigüedad que descoloca. A ellos hay que sumarle a Alex Brendemühl, actor catalán de origen alemán tan raro como adorable. Todos están en llamas.
Esta combinación humana es la que a pesar de las dificultades propias de cualquier filmación me protegió y ayudó a dar el paso que quería dar: empezar a permitirme más cosas como director. No fue un trabajo para soltar la mano, sino que para soltar amarras mentales. Dejarse llevar por la imaginación. Vencer miedos. Permitirme cosas que pensaba imposibles o inalcanzables. En “Los debutantes” quebrar la línea del tiempo fue un primer paso. En “199 recetas para ser feliz” me permití extravagancias aceptables por el estado mental del proyecto. Fue sólo un paso más. Tal vez tímido todavía. Una cosa es segura, mientras más riesgos tomamos, aumenta la diversión, nos sentimos felices filmando. Ese fue mi aprendizaje, la receta que recién vine a descubrir. Ése es mi mejor recuerdo de agosto en Barcelona.
Andrés Waissbluth
Director, "199 Recetas para ser Feliz"
Por Andrés Waissbluth
Han pasado 2 meses desde el fin de la filmación de “199 recetas para ser feliz” y parece un buen momento para mirar atrás. Fueron alrededor de 5 años de trabajo para poder filmar el cuento “Noticias de Milo” de Marcelo Leonart. Ése fue el punto de partida de un camino que a medida que avanzamos me fue dando la posibilidad de ser más arriesgado y hacer una película distinta a todo lo que he hecho hasta ahora.
Partir de un cuento publicado ya fue una novedad. Siempre he filmado ideas originales mías. Finalmente del cuento quedó todo y nada. Mi camino para adaptar desde la literatura al cine consistió en respetar la idea e intervenir la forma, distorsionándola de tal manera que al final se modificó la idea original. Así pasé de un concepto mínimo, voyerista a una película mental, compleja. Así pasé también de los temas evidentes del cuento como la mentira y el incesto encubierto, la mimetización y la homosexualidad latente, a uno que se sostiene sobre los anteriores: la sobrevivencia de la pareja. A pesar de que no son lo que quisieron ser en el pasado. Una vez llegado a este punto, entró la autoayuda como elemento de construcción cinematográfica de manera natural. Pueden parecer absurdas las recetas, sin embargo a pesar de sí mismo, a Tomás terminan ayudándole en su proceso de maduración y ésa parece ser la gran receta para su felicidad. Crecer. Aceptar que no es el mismo que soñó ser cuando tenía veinte.
Filmar en otro país hizo que esta experiencia fuera un desafío desde un principio no sólo por las dificultades de producción y obstáculos creativos que eso implica. Lo más importante, es que para todos era, literalmente, un viaje a lo desconocido. Eso provocó, inesperadamente, que todo fuera sensualizándose día a día. Con temperaturas sofocantes y caras de múltiples colores, Barcelona me dio la sensación de ser una ciudad erotizada bajo su capa de pretendida elegancia y sobriedad. Esto, más allá de las historias de fin de rodaje, fue un gran aporte para la película. Enrareció el ambiente. La película tiene sólo una escena de sexo, al final, sin embargo la tensión sexual se respira permanentemente. Esa tensión me dio la posibilidad de dar un paso más y de seguir tomando riesgos, logrando la mejor escena de sexo que he filmado nunca. Es emocionante. Cerré un capítulo. Después de cortos y largos relacionados con el tema, ya no quiero filmar más sexo, al menos por un tiempo.
Creo que tuvimos suerte. El equipo humano que trabajó en la película, que ha trabajado con nosotros los últimos años, está en un gran momento creativo. Combinan experiencia y talento a la perfección. Sebastián Muñoz en la Dirección de Arte, Inti Briones en la Fotografía, Bruno Bettati en la producción acompañado desde la distancia por Crisis. Waldo Salgado al lado mío abriendo camino. La incrustación chileno-catalana de Manuel Robles. Los Cristianes Petit-Laurent y Burgos. Michelle Bossy. Paco Toledo. Todos tienen muchos largos en el cuerpo, pero aún son jóvenes, con una mirada fresca, inquieta. Cualquier fotograma del primer corte que estoy finalizando habla de eso. También los actores. Pablo Macaya haciendo el personaje de su vida, en el sentido más literal. Tamara Garea aportando un toque de distinción y nostalgia y Andrea García Huidobro entregando una potencia y ambigüedad que descoloca. A ellos hay que sumarle a Alex Brendemühl, actor catalán de origen alemán tan raro como adorable. Todos están en llamas.
Esta combinación humana es la que a pesar de las dificultades propias de cualquier filmación me protegió y ayudó a dar el paso que quería dar: empezar a permitirme más cosas como director. No fue un trabajo para soltar la mano, sino que para soltar amarras mentales. Dejarse llevar por la imaginación. Vencer miedos. Permitirme cosas que pensaba imposibles o inalcanzables. En “Los debutantes” quebrar la línea del tiempo fue un primer paso. En “199 recetas para ser feliz” me permití extravagancias aceptables por el estado mental del proyecto. Fue sólo un paso más. Tal vez tímido todavía. Una cosa es segura, mientras más riesgos tomamos, aumenta la diversión, nos sentimos felices filmando. Ese fue mi aprendizaje, la receta que recién vine a descubrir. Ése es mi mejor recuerdo de agosto en Barcelona.
Andrés Waissbluth
Director, "199 Recetas para ser Feliz"
Ey!!!
Todo se ve muy guapo. Macaya me contó maravillas del rodaje. Estaba bien encantado con todo lo que pasó.
¿Cuándo se puede ver un corte?
Saludos y mucha mierda en lo que sigue.
Marcelo Leonart
mleonart@vtr.net