Laberinto
Tras varios días recorriendo el sur con los documentales, pasando por Conce, Chillán, Temuco, llegué a mi ciudad natal. Como el nivel de los hoteles que financia la producción no es el mejor, me estoy quedando en casa de mis viejos. Milagrosamente el antibiótico que estoy tomando ha surtido efecto. Llevo como cinco días tomándolo y ya estoy casi cien por ciento curado. Menos mal, porque el sábado en la mañana comienza el rodaje del corto. Ya está todo listo y dispuesto. Tuve que trabajar hasta el momento mismo en que salí de Santiago. Y eso que era el cumpleaños de mi chica. Cuando fui a Toronto en junio, ella me encargó un perfume que me salió bastante caro. Supuestamente, iba a valer por regalo de cumpleaños. Pero llegado el día de la verdad, me cambió las reglas del juego. Y me encuentro con que debo visitar locaciones, trabajar con el dibujante del storyboard y ensayar, todo en día sábado recién levantado de la cama, ¿a qué hora iba a comprar el regalo de mi amada? Por suerte, Mirko, el chico de los story, tiene buena memoria, así que repasamos un video que yo había hecho en la locación, lo dejé atareado y salí presuroso a Providencia, con media hora a mi favor, antes de la llegada de actor a ensayar. Al final, cumplí con todos mis roles y llegué al cumpleaños de mi chica justo a la medianoche. Como su cumpleaños era el domingo y no el sábado, pude justificarlo todo en forma simbólica. Lamentablemente los invitados seguían llegando. Y cerca de las cuatro, se presentó un grupo en que la mayoría eran amigos míos (Alicia, Pepa, Brahm, Seba, Waissbluth, y otros conexos como Rodrigo y Fernando). No me quedó otra que aguantar de co-anfitrión. A las cinco y media ya no pude más y me fui a acostar. Pensé que al despedir a los invitados, se sentirían presionados y se irían a sus casas. No, señor. Ahí estaban todos, inmóviles como unas ventosas. A las ocho me pasaron a buscar para salir al aeropuerto rumbo a Conce. El primer milagro ocurrió esa misma mañana cuando perdí mi celular en el avión. Volví a la ventanilla de Lan Chile a reclamarlo. Fueron a buscarlo y me lo entregaron en mis propias manos. Las jornadas de 15 horas de grabación no han parado desde entonces. Igual es cueca haber conocido la casa donde nació Violeta Parra o el Mural de Siqueiros en la Escuela México de Chillán. Me gustó la figura de O'Higgins en el mural. Se le ve patuleco y terrenal, casi débil. Nada que ver con las estatuas del barbudo que adornan todas las plazas de Chile, plazas que se confunden unas con otras de Chillán al sur, al igual que las esquinas de las ciudades, las calles, los barrios céntricos con sus negocios. Por más que uno viaja, básicamente se está siempre en el mismo lugar, con variaciones imposibles y continuidades implacables. Una especie de laberinto en línea recta.
Completamente de acuerdo con usted, diletante viajero. Siempre el mismo lugar, las mismas calles, las mismas caras. La misma ciudad repetida al infinito.