Mecodia
De entrada, el cine boicoteó al film con virulencia: pésimo sonido, ventanilla incorrecta en la proyectora (lo que hacía ver las figuras alargadas) y butacas enclenques que se zarandeaban para todos lados cada vez que uno se movía. La historia transcurre en un centro comercial donde una especie de machito galán lucha contra el vendedor estrella gay por ser el jefe de planta. Machito termina matando a colita por accidente, como siempre ocurre en las comedias negras, con un único testigo: la más fea de todas, quien extorsiona a machito para que haga todo lo que ella le pide, incluido casarse. Ya me puse a bostezar, sólo de recordar la historia. Hay momentos hilarantes, no lo puedo negar. Un botón de muestra: feísima le dice a machito que tiene escondido el cuerpo de colita en un lugar del mall donde nadie lo pillará. Ese lugar es la sección de deportes del mall donde el cadáver está vestido de esquiador y nadie lo distingue de los otros maniquís. El mejor de la Iglesia asoma de pronto en momentos como la primera visita de machito a la casa de feísima, donde se sienta a la mesa con su familia. Una madre insufrible e histérica, una hermana de diez años que cuenta a gritos que fue violada por el profesor de gimnasia, el papá cabeceando en la mesa no se entera de nada. Esos tres minutos de familia me engancharon más que los restantes tediosísimos 87. Si esto es una comedia, líbreme dios de las comedias o, en el lingo de le peli, de las mecodias.
De vuelta a casa, las calles del centro de Santiago eran inundadas por la neblina. A mi chica se le había entrado el habla y ni siquiera con mis mejores chistes lograba hacerla sonreír.
No sé si me pasa sólo a mí o sólo cada vez que piso el cine Alameda: el sonido con dos segundos de desfase. Las malas butacas las soporto, pero que no coincidan las bocas con lo que sale de ellas, no lo soporto.
saludos