Amigos
Ayer había escrito un post sobre una cena con unos amigos, pero finalmente lo borré para no herir susceptibilidades. Como sea, la velada fue en casa de Andrés Haye, compañero de universidad, y los invitados eran David Preiss y Salvador Millaleo. A Preiss lo veo poco últimamente y a Millaleo menos, porque vive en Alemania. Por allá por el 98, Haye, Preiss y yo sacamos un libro con ensayos nuestros que Millaleo se encargó de presentar. Tengo la sensación que eramos odiosos.
Anoche asistí a la premiación del concurso de nanometrajes urbanos. El presentador era un titubeante Benjamín Vicuña, que no sólo no se sabía el guión sino que además quedaba como imbécil cada vez que improvisaba. No sé quien tuvo la genial idea de ponerlo. Curiosamente algo así como la mitad de los cortos premiados venían directamente de la pre-selección que yo mismo hice durante dos noches de insomnio. El ganador fue justamente uno que venía de mi camada, pero no era para nada uno de mis favoritos. De hecho, en un momento lo había descartado y luego revisé todo, saqué dos videos del lote e hice un repechaje. En ese repechaje entró de vuelta el video que terminó llevándose los dos millones de pesos. Azar.
Julio Carrasco y Yael amenizaron mi pasada por el cotelé y después partí al bar Normandie a juntarme con Xavier Guijón, un compañero de curso del colegio al que sólo había visto una vez en los últimos diez años y eso fue en el funeral del Robert Fromm, otro de nuestros compañeros, que murió buceando en México. Xavier es abogado y trabaja en un estudio importante. Él estaba bastante más al día que yo respecto de las vidas de mis compañeros. Supe que una de las chicas tiene tres hijos y que uno de los chicos maneja un Audi y vive en un lujoso departamente en Río de Janeiro donde es ejecutivo de una transnacional. Le miraba la cara a Xavier y trataba de imaginármelo cuando era más chico, con más pelo y con esa cara rosadita que tenía. Hay momentos en que las personas logran esa expresión de niño y uno puede ver como eran antes de perder hasta el asomo de la inocencia.
En un rato más me voy al lanzamiento del Fondo del Cine. Por fin. Se supone que era en julio la cosa. Después de eso almuerzo con mi padre en el Parrón. Y divago. Vuelvo a mi oficina. Divago y recuerdo. Extraño días de calma. Me paso películas. Preparo maletas. Mañana temprano salgo rumbo a Brasil.
Anoche asistí a la premiación del concurso de nanometrajes urbanos. El presentador era un titubeante Benjamín Vicuña, que no sólo no se sabía el guión sino que además quedaba como imbécil cada vez que improvisaba. No sé quien tuvo la genial idea de ponerlo. Curiosamente algo así como la mitad de los cortos premiados venían directamente de la pre-selección que yo mismo hice durante dos noches de insomnio. El ganador fue justamente uno que venía de mi camada, pero no era para nada uno de mis favoritos. De hecho, en un momento lo había descartado y luego revisé todo, saqué dos videos del lote e hice un repechaje. En ese repechaje entró de vuelta el video que terminó llevándose los dos millones de pesos. Azar.
Julio Carrasco y Yael amenizaron mi pasada por el cotelé y después partí al bar Normandie a juntarme con Xavier Guijón, un compañero de curso del colegio al que sólo había visto una vez en los últimos diez años y eso fue en el funeral del Robert Fromm, otro de nuestros compañeros, que murió buceando en México. Xavier es abogado y trabaja en un estudio importante. Él estaba bastante más al día que yo respecto de las vidas de mis compañeros. Supe que una de las chicas tiene tres hijos y que uno de los chicos maneja un Audi y vive en un lujoso departamente en Río de Janeiro donde es ejecutivo de una transnacional. Le miraba la cara a Xavier y trataba de imaginármelo cuando era más chico, con más pelo y con esa cara rosadita que tenía. Hay momentos en que las personas logran esa expresión de niño y uno puede ver como eran antes de perder hasta el asomo de la inocencia.
En un rato más me voy al lanzamiento del Fondo del Cine. Por fin. Se supone que era en julio la cosa. Después de eso almuerzo con mi padre en el Parrón. Y divago. Vuelvo a mi oficina. Divago y recuerdo. Extraño días de calma. Me paso películas. Preparo maletas. Mañana temprano salgo rumbo a Brasil.