Vampiro
Justo cuando en Chile la crítica debate acerca de "Fuga" y su relato acerca de un artista, me tocó ver otro peli que trata más o menos los mismos temas. El sábado en Hoyts Huérfanos vi "Capote". Me pareció una película extraordinaria, partiendo por la emotiva caracterización del escritor que hace Phillip Seymour Hoffman. La historia sigue la biografía del autor desde que decide investigar un horroroso crímen en Kansas hasta la publicación del libro que lo hizo famoso: "A Sangre Fría". Leí la novela hace unos diez años y ver la película fue como revivir el estado de ánimo de esa lectura, conocer sus bambalinas emocionales y las motivaciones de Capote en el proceso.
Hoffman consigue hacer lo que todo actor tiene por misión: emocionar. Lo hace cada rato. En escenas triviales y complejas. Al inicio de la investigación, por ejemplo, Capote le dice a una de las testigos del caso: "muchas veces la gente se equivoca, a mí la gente me juzga por como soy, por como hablo y están profundamente equivocados", en abierta alusión a su visible homosexualidad. Y esa confesión tan sencilla, tan trivial, hace que al espectador se le paren los pelos y dentro de la película ocurre lo mismo: así consigue que la testigo se abra con él, le cuente todo lo que sabe y hasta le de el diario de vida de una de las víctimas. Luego entenderemos que esa sutil manipulación emocional, a ratos desprovista de toda sutileza, está en el corazón del método Capote para capturar la humanidad de sus personajes. Seducirlos y luego tomar de ellos sus relatos como un vampiro que chupa la sangre de su víctima. Así se entiende la compleja relación que establece con uno de los asesinos y su despiadado egocentrismo, que le impide ver lo que ocurre a su alrededor más allá del sufrimiento que le produce la creación de su propia obra.
La contraparte de este proceso artístico es su glamorosa vida neoyorquina, las fiestas, los flashes, con varios personajes reales y una incondicional amistad con Harper Lee. En una de las escenas de la película asisten al estreno de "To Kill a Mockingbird", una película con Gregory Peck basada en la novela de Harper Lee. Ese film, premiado con varios Oscar, cuenta la historia de un abogado que defiende a un negro injustamente acusado de un crimen, lo que le vale el desprecio de su comunidad. Aquí su estreno sólo sirve para mostrarnos a un Capote obsesivo y vuelto sobre sí mismo.
Uno podría discutir si el Capote que nos presenta es o no una buena persona, pero sospecho que la obsesión y el vampirismo que describe son esenciales en la creación de cualquier obra que destella humanidad.
Bastante lejos está esta película de lo que vemos en "Fuga", donde el creador es un personaje con un trauma, un loco, que crea desde la inspiración demencial. También Capote insinúa traumas de infancia y uno puede deducir que algo tiene que ver aquella experiencia con su condición de outsider lúcido y hacia el final el mismo se encarga de aclararlo: "siento que Perry (uno de los asesinos) y yo fuimos criados en la misma casa, pero él salió por la puerta trasera y yo por la de adelante".
En ese sentido, el personaje de Pauls en "Fuga" está más cerca de Capote: un tipo obstinado, amante del arte, dispuesto a todo con tal de saber más, de conocer, de conservar, de chupar la sangre que hay a su alrededor para parir algo que no sea simplemente un reflejo del mundo, sino que tenga sangre, que esté vivo. Algo así fue el método que tuvo el trabajo de otros personajes como los hermanos Grimm, Violeta Parra o Bolaño. Para ser un artista, parece que no hace falta ser un loco o una buena persona, pero sospecho que es indispensable ser un vampiro.
Hoffman consigue hacer lo que todo actor tiene por misión: emocionar. Lo hace cada rato. En escenas triviales y complejas. Al inicio de la investigación, por ejemplo, Capote le dice a una de las testigos del caso: "muchas veces la gente se equivoca, a mí la gente me juzga por como soy, por como hablo y están profundamente equivocados", en abierta alusión a su visible homosexualidad. Y esa confesión tan sencilla, tan trivial, hace que al espectador se le paren los pelos y dentro de la película ocurre lo mismo: así consigue que la testigo se abra con él, le cuente todo lo que sabe y hasta le de el diario de vida de una de las víctimas. Luego entenderemos que esa sutil manipulación emocional, a ratos desprovista de toda sutileza, está en el corazón del método Capote para capturar la humanidad de sus personajes. Seducirlos y luego tomar de ellos sus relatos como un vampiro que chupa la sangre de su víctima. Así se entiende la compleja relación que establece con uno de los asesinos y su despiadado egocentrismo, que le impide ver lo que ocurre a su alrededor más allá del sufrimiento que le produce la creación de su propia obra.
La contraparte de este proceso artístico es su glamorosa vida neoyorquina, las fiestas, los flashes, con varios personajes reales y una incondicional amistad con Harper Lee. En una de las escenas de la película asisten al estreno de "To Kill a Mockingbird", una película con Gregory Peck basada en la novela de Harper Lee. Ese film, premiado con varios Oscar, cuenta la historia de un abogado que defiende a un negro injustamente acusado de un crimen, lo que le vale el desprecio de su comunidad. Aquí su estreno sólo sirve para mostrarnos a un Capote obsesivo y vuelto sobre sí mismo.
Uno podría discutir si el Capote que nos presenta es o no una buena persona, pero sospecho que la obsesión y el vampirismo que describe son esenciales en la creación de cualquier obra que destella humanidad.
Bastante lejos está esta película de lo que vemos en "Fuga", donde el creador es un personaje con un trauma, un loco, que crea desde la inspiración demencial. También Capote insinúa traumas de infancia y uno puede deducir que algo tiene que ver aquella experiencia con su condición de outsider lúcido y hacia el final el mismo se encarga de aclararlo: "siento que Perry (uno de los asesinos) y yo fuimos criados en la misma casa, pero él salió por la puerta trasera y yo por la de adelante".
En ese sentido, el personaje de Pauls en "Fuga" está más cerca de Capote: un tipo obstinado, amante del arte, dispuesto a todo con tal de saber más, de conocer, de conservar, de chupar la sangre que hay a su alrededor para parir algo que no sea simplemente un reflejo del mundo, sino que tenga sangre, que esté vivo. Algo así fue el método que tuvo el trabajo de otros personajes como los hermanos Grimm, Violeta Parra o Bolaño. Para ser un artista, parece que no hace falta ser un loco o una buena persona, pero sospecho que es indispensable ser un vampiro.
bien cris
descubriste nuestro secreto...
VAMP.