Sets

Por estos días estoy haciendo clases en dos universidades, además de ser uno de los guionistas de la versión chilensis de "Tres son Multitud" y los proyectos cinematográficos de siempre. En parte por eso dejé pasar tantos días sin abrir la boca. Ahora mismo vengo llegando de la piscina donde me dio un tonto calambre en plean faena. No es rico. Mientras termino de ver "Escenas de la vida conyugal", voy revisando guiones de mis alumnos, tomo te y hasta hago un sudoku, pero de los fáciles.
En la mañana me tocó ir a la Embajada de Estados Unidos. Ocurre que hace como 3 meses me avisaron que mi corto "XX" estaba invitado a un festival de cine latino en Chicago. Como hago siempre, además de confirmar pregunté si me invitaban a ir a presentar personalmente la peli. Siempre me dicen que no hay presupuesto para pagar los pasajes de cortometrajistas, pero esta vez la programadora me dijo que iba a ver. Hace como un mes insistí, pero me dijo lo mismo, que iba a ver. La semana pasada me llega un mail cuyo subject era: e-ticket, please confirm. Esto fue el 6 de abril y la fecha del viaje es el 19 de abril. Por supuesto, nadie me preguntó si la fecha me convenía y mucho menos si tenía visa, que la tuve, pero se me venció a fines del 2005. Corriendo armé todo el dossier, conseguí que me adelantaran la entrevista y hoy fui al bunker rosado a una entrevista que duró unos 2 minutos.
Lo otro emocionante que me ha pasado fue que ayer estuve en el set de "Tres son Multitud". Es raro eso. Yo hasta ahora había estado súper desligado de todo lo que no fuera escribir y de lo que me había enterado había sido por la prensa o muy de pasada en mis breves visitas a Roos. Escoltado por un guardia de Mega llegué hasta el estudio 12, un galpón de cemento devenido set de sitcom. Había otros guionistas ahí que yo no conocía: María José Vieragallo y Pedro Mallol (aparte de Hernán Rodríguez, el jefe del equipo de escritores). Cuando se llega al set de algo que uno escribió, no es tan obvio qué hacer y como comportarse, si saludar a todo el mundo explicando qué hace uno ahí o quedarse callado en un rincón y volverse invisible.
Hernán y yo nos pusimos más cerca de las cámaras, mientras los otros dos se sentaron más atrás. De repente el director cachó que estábamos ahí. Él seguramente tampoco sabía muy bien qué hacer, así que en un momento paró de ensayar y le avisó a todo el mundo que ahí estábamos. Hernán se presentó a viva voz. Como yo estaba parado al lado de él, sentí que de pronto todo el mundo nos estaba mirando. No sabía si saludar también y presentarme, pero en la duda me quedé callado. Gloria Munchmayer preguntó: ¿Y quién es el señor que está con él? Por supuesto me puse más rojo que la chucha, pero aperré a presentarme. Ahí los otros dos llegaron donde estábamos nosotros y Carola Varletta, que hace de Antonia (la Janet chilena) se acercó a saludarnos con una sonrisa de oreja a oreja y después todo prosiguió su curso.
Me llamó la atención que el set se veía más producido y pituco que la clásica vivienda habitada por estudiantes, que todos sabemos como se ven (y en algunos casos, como huelen). Jose Martínez estaba bien parado en su rol. Las chicas estaban pasándolo bien y haciendo la suyo de buena manera. Para mi gusto, Javiera no-sé-cuanto (que hace Kika, la criolla Chrissy) no es tan tan guapa como esperaba y Carola Varletta, si bien no es la clásica niña linda, es una chicoca bastante guapetona y tiene su aire sexy. O sea, si en el original, Chrissy era una bomba sexy y Janet era simpática, pero nada más, acá la cosa estaba harto más empatada. Los dos viejos (Jung y Munchmayer) son unos monstruos del humor (en el buen sentido). Es cosa de verlos en esos videos viejos que muestran en UCV donde a menudo aparecen en archivos de Medio Mundo o De Chincol a Jote y acá seguían en forma.
Llego hasta aquí. Paola Lattus me pide con reiteración que relate una anécodta muy chistosa que nos ocurrió almorzando en el Baquedano hace como dos semanas. Lo malo es que involucra a alguien que según sapeamos de mesa a mesa tiene un proyecto de serie de TV muy bizarro e inversosímil, el que le narraba con desbordante entusiasmo a un actor que intentaba convencer de sumarse a su elenco. Ya me he metido en suficientes líos con colegas por culpa de este blog (o de los comentarios que de cuando dejó en blogs de otras personas), así que por mi propio bien mejor me callo la boca.