Tardes de Cine

Ficciones, Mentiras e Ilusiones Ópticas de la Vida Real

12.11.08

Minas antipersonales


Ayer cuando fuimos a almorzar con el director de foto y la colorista pisé caca de perro. Lo peor es que era segunda vez en dos días que me pasaba lo mismo. La colorista me dijo que acá hay que caminar mirando el suelo. París es un verdadero campo minado.
Por el momento nuestro co-productor francés continúa con los vacunazos, pero al menos nos invitó a cenar a su casa y la comida estaba rica. El tipo es un loquito. Un botón de muestra: estábamos en su oficina haciendo unos planes y saca unos medicamentos. Se los pone en la palma de la mano. Yo lo miro. Seguimos conversando. Pasan unos minutos, de pronto me interrumpe y me dice: ¡espera! Yo doy un salto de la impresión. Entonces me pregunta: ¿cuántas pastillas tenía en la mano al principio? Yo no entiendo la pregunta. Me explica que no se acuerda cuántas se ha tomado. Yo le digo: pero Cyriac, qué crees que soy, ¿tu continuista? Se ríe, buen chiste, me dice en español, se toma todas las pastillas por si las moscas y me empieza a hablar de plata de nuevo (algo que le tenemos prohibido porque yo soy el director y esos temas se hablan con el productor, pero siempre que puede me huevea con temas de plata).
No sé si está relacionado o no con el tema de haber pisado caca de perro dos días seguidos, pero la cosa es que cuando terminamos de corregir el color cerca de las once de la noche, la colorista se mete al computador, Inti y yo nos ponemos a revisar mails y a chatear y de pronto notamos que la colorista está visiblemente nerviosa. Aparece Eric, el encargado del lab, y nos vamos enterando que todas las correcciones de la primera bobina, justamente la que establece el estándar de color de toda la película y la que más tiempo nos ha tomado de corregir, se perdieron. Una de esas cosas que antes de los computadores no ocurrían. Nadie tipeaba una novela en una máquina de escribir y justo al momento de terminar se le borraba la novela. Es como las impresoras cuando uno tiene prisa. Se ponene temperamentales. Se toman su tiempo. Este computador no tiene impresora, pero se puede comportar como una. O quizá fue el temible factor humano. ¿Cómo saberlo? Lo único claro es que esta mañana tuvimos que hacer de nuevo toda la primera bobina. ¿Y saben qué? Nos quedó mucho mejor. O al menos eso dijo la colorista, y eso dije yo e Inti que no quería contradecirnos también lo dijo. Y al final de eso fuimos a almorzar en un restorán italiano y junto con el almuerzo me pedí una cerveza, un lujo raro en esta ciudad, la colorista pidió lo mismo y el DOP una copa de vino blanco. En el camino de vuelta no pisé caca de perro y al llegar al computador los datos tampoco se habían borrado.

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