Ayer estuve viendo "Mi Mundo Privado", la serie de TV que se produce en esta misma casa y que dirigen Sebastián Campos ("La Sagrada Familia") y Fernando Lavanderos ("Y las Vacas Vuelan"). La historia trataba sobre una familia de la comuna de San Ramón, en cuya casa conviven tres generaciones, abuela, hija con marido, y nietos. La protagonista era la nieta de 20 años, quien junto a la abuela, debía pagar las cuentas de la casa. El papá era un caso clínico. No pagaba un peso. No buscaba pega. No ayudaba en nada. Pero hinchaba las pelotas como un profesional. El tipo tenía el descaro de reclamarle a la hija porque no ahorraba parte de su sueldo y malgastaba el dinero en tonterías. Increíble, pero muy cierto. Tan cierto que casi llega a dar náuseas. En un momento, ella se cansa de todo y decide seguir su sueño: ser cantante. Dios mío, que mal cantaba esa pobre criatura. La falta de talento se puede suplir con actitud, pero eso también le faltaba. Lo que le sobraba era empuje y sobre todo, paciencia con ese papá insufrible, que hasta se iba a meter a los ensayos a opinar sobre como debía el músico tocar el piano. Para pegarle un tiro sin mala conciencia. En fin.
A veces al ver estos documentales con dramas humanos tan sólidos, me pregunto acerca de la necesidad de escribir ficción. Pero cinco minutos después de pensar eso, recuerdo una escena maravillosa en "Storytelling" de Todd Solondz, en que el profe de taller literario le advierte a su alumna: "una vez que lo escribiste, ya es ficción".
K buena es "Storytelling", creo que la realidad, aveces, puede ser superada por la ficción. En la realidad no nos damos cuenta a veces qué pasa, pero desde afuera, mientras leemos o vemos algo podemos llegar a sentirlo de una mejor forma.
Todavía prefiero la ficción que se parece a la realidad.
Saludos