Burocracia

Finalmente hoy terminamos el dossier de "Ilusiones Ópticas" para el fondo de fomento audiovisual. Por primera vez en la historia estuvimos a punto de entregar un día antes, pero hubo un pequeño problema con la carpeta de arte que exigió reimprimir y reanillar, lo que nos permitió tener todo listo a las 7 de la tarde, cuando las oficinas de recepción de los proyectos ya estaban cerradas. Mañana temprano Raveau saldrá rumbo a san Camilo a hacer entrega de los mamotretos, porque Dios mío, exigen tanto papel, tanto certificado, faltó no más el certificado de nacimiento, las medidas anatómicas y la alcoholemia de los guionistas. En fin. El estado. Los tiempos del estado. Los procedimientos del estado. No me quejo, porque nadie obliga a jugar este jueguito.
Me acuerdo que cuando gané Fondart el 2003 con "El Tesoro de los Caracoles" pasé por todo este trance de entrega burocrática en Valdivia en la casa de mis viejos. Fue chistoso, porque la oficina del Fondart en Valdivia queda muy cerca del Servicio de Salud, donde trabaja mi mamá. A la salida de entregar mi dossier, estaba lloviendo. Pasé frente al edificio del Servicio de Salud y mi mamá con las demás veteranas que trabajan ahí se descolgaban desde las ventanas del quinto piso saludando y elevando pulgares en buena onda hacia el proyecto. Además mi mamá le hizo una manda o algo por el estilo a San Martín de Porres. No me pregunten por qué mi madre suspuso que San Martín de Porres era cinéfilo o que desde su lugar en el panteón de los santos iba a querer echarle una mano a mi cortometraje. Por supuesto, cuando el proyecto ganó, según mi mamá no había sido ni por el guión, ni por el elenco, ni por la propuesta conceptual. No pues, había sido todo culpa de San Martín de Porres y su influencia en los jurados estatales. Y ojo que mi madre debe ir a misa una vez cada 4 años (bodas y funerales) y ni siquiera se sabe bien ninguna de las historias biblícas que cualquier católico de verdad domina al revés y al derecho. Algo así como fe desinstitucionalizada.
Vamos a prenderle velas a San Martín de Porres de nuevo, a ver si todavía se acuerda de mi. Como ya hay un antecedente, no parto de cero pidiendo sus favores. Mientras tanto, ya estoy empezando a tener reuniones todos los días con actores y jefes de departamento. Mañana veo a Rudolphy, Waldo, Inti el domingo y Sebita el lunes. Agradable después de una semana o dos de tanta burocracia. Por algo el pesimista de Max Weber la llamaba la jaula de hierro.