Tardes de Cine

Ficciones, Mentiras e Ilusiones Ópticas de la Vida Real

23.12.08

Osos



Voy a ir comprar los ingredientes para hacer un sorbete de naranja y así lucirme en la cena de mañana. Mi hermana hará un curry, no precisamente lo más navideño del mundo, pero apoyo, porque me gusta el curry que hace mi hermana. Y además haré un zaziki, o sea, un nivel de coherencia digno de lo último y más loco que nos depara el arte contemporáneo.
Voy a tener que comer con cuidado, porque para colmo de todos los líos de post-producción que he tenido se me quebró un diente comiendo un osito Haribo. Soy fan de todos los dulces Haribo, en todas sus variantes de goma, desde ayer oficialmente en facebook donde hay un fanpage de Haribo. Y sí, lo sé, es un poco patético que a alguien se le quiebre un diente mientras chupa o mastica una gomita anaranjada con forma de oso. Pero en realidad lo que se rompió fue una vieja tapadura. Mi primera impresión fue decir: mierda, me salió una piedra en el gummibärchen. Pero cuando la examiné la "piedra", y luego cuando examiné el forado a un costado de mi muela, constaté que en realidad la cualidad adhesiva del caramelo había operado como ventosa y seguramente la tapadura estaba en las últimas, una verdadera hilacha de tapadura. Por suerte no llamé al Haribo hotline para exigir una compensación monetaria. Me imagino la cara del juez al decirme al final del largo y costoso proceso por daños y perjuicios: señor, su diente no fue dañado por el osito en cuestión. Su diente ya estaba en malas condiciones.
Mi cuñado sugirió cortarle la cabeza a otro osito y usarla como tapadura provisional. No le he intentado, pero si durante mis últimos días en París empiezo a tener problemas, y como no son pocos los días que me faltan, pues nada, habrá que tomar en cuenta el consejo. No todo el mundo va por la vida con una cabeza de oso sabor a fresa o limón operando como tapadura. Una especie de "Grizzly Man" de Herzog, pero al revés, al revés muchas veces, infinitamente retorcido, sin temor a ser devorado por el oso, mucho menos por la cabeza, un fragmento mutilado con fines estrictamente terapéuticos.
Lo opuesto a la angustia que experimentamos el día en que fuimos a ver "Grizzly man" en el Pompidou. Salimos medio angustiados del cine con Luna y Adrian, y pensando: necesitamos una copa. Y justo al caminar sin demasiado destino nos encontramos de sopetón con un bar llamado Grizzly Bar. Había un oso decorando las servilletas. Inofensivo por suerte. No como la bestia de goma que me tumbó un diente.

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