Reír, aplaudir, silbar
El día del estreno mundial de "Ilusiones Ópticas" por poco me quedé dormido. Nos habíamos acostado un poco tarde la noche anterior y aunque pusimos despertadores, pasamos de largo. Digo pasamos de largo porque estoy compartiendo habitación con Gregory Cohen y los dos estábamos durmiendo cuando llegó un chofer del festival para recogernos en nuestro hotel y llevarnos al Kursaal. La sala era bastante grande, con capacidad de 700 personas. Y ocurrió que estaba llena. Suena increíble, pero es cierto. Franco Pesce, un amigo chileno que estaba por acá y compró su entrada, estuvo cerca de quedarse fuera y tras él alguna gente se quedó sin ticket.
Tras presentar la peli junto a Inti y Gregory, decidimos quedarnos en la función y ver qué onda qué pasaba con el público. Una de las cosas buenas de tener un cine tan grande y tan lleno es que si hay algunos que lo van pasando bien, el resto se va contagiando. Y eso creo que fue más o menos lo que ocurrió, me parece. Aunque estábamos medio nerviosos, podíamos darnos cuenta que estaban dentro de la película, disfrutándola, riéndose bastante y con esa energía de un público enganchado. Al final de la función nos aplaudieron y se quedó más o menos la mitad del público al coloquio. Por ahí alguien preguntó si los actores eran profesionales o gente real haciendo de ellos mismos. No deja de ser un piropo, creo, sobre todo considerando que el estilo de actuación no es muy realista, pero algo debe haber habido de verdad para que el espectador que hizo la pregunta haya pensado eso. Por supuesto, Gregory Cohen logró arrancar unos cuantos aplausos cuando le tocó intervenir. Sabe encantar a las masas mi colega. Qué má puedo decir. Fue una muy agradable buena experiencia presentar la película así, en ese marco, con esa respuesta y con varios amigos chilenos presentes (Franz Ruz, Andrés Mardones, Pamela Bienzobas).
Los otros dos pases con público fueron en cines más pequeños, con salas de menos de 100 personas, que no estaban rebosantes como la primera, pero con buena asistencia. Y ayer tocaba el pase de prensa. Justo el día anterior habíamos ido al pase de la película "La Mujer sin Piano" de Javier Rebollo, una película española que recoge influencias bastante directas de Aki Kaurismaki. Ocurre que a mí la peli me gustó bastante, a Gregory igual, a Inti menos, pero la aprobó de todos modos. Cuando corrían los créditos finales, todo el cine empezó a silbar. Ostia, pensamos, si a éste lo chifla todo el cine y a nosotros la peli nos gustó, mañana en el pase de prensa nos chiflan seguro. A diferencia de las funciones con público, los realizadores no suelen ir a las funciones de prensa, no hay presentación ni coloquio. Pero nosotros estábamos en un bar cerca del cine en que corría el pase de prensa y cuando ya vimos que faltaba poco para que terminara la película (y teníamos un par de sangrías en el cuerpo), decidimos ponernos lentes oscuros y gorros e infiltrar la función de prensa a ver si nos tocaba silbatina. Por último para silbar también o hacer algún escandalillo, qué se yo, ofrecer combos a lo Sebastián Silva, aunque entre Inti, Gregory y yo creo que no amedentramos a nadie, sobre todo con nuestras tenidas incógnitas. Como sea, se acabó la peli, empezaron a correr los créditos y los periodistas aplaudieron. Quizá porque yo estaba sugestionado, creí escuchar una silbatina suave, que según mis cálculos la emitía una sola persona, máximo dos. Ni Gregory ni Inti ni una amiga alemana que nos acompañó escuchó nada. Ya no nos parecía tan malo ser silbados y fue un poco una decepción. Le daba algo de mística a nuestro pase por San Seba hablar de nuestra polémica función de prensa.
En la noche fuimos a una fiesta y ahí estaba el actor checo de "La Mujer sin Piano". Lo quedamos mirando en la duda y otro tipo que nos vio, nos dijo: es él, el actor de la peli de Rebollo. Lo felicitamos y le contamos que nosotros habíamos sido los 3 que aplaudían mientras el cine silbaba. Cuando le dije que era director me entregó su tarjeta y me dijo que aunque no había visto "Ilusiones Ópticas" le encantaría trabajar en una película chilena. Lo quedé mirando. El tipo vestía terno azul. Ya estaba llenándose de adolescentes el lugar y se iba el público festivalero. En el camino de vuelta me puse a pensar cómo podría ser la historia de una película chilena protagonizada por ese actor.