Tardes de Cine

Ficciones, Mentiras e Ilusiones Ópticas de la Vida Real

6.10.09

Olas



De vuelta en casa la pasada por Europa donde empezamos a mostrar "Ilusiones Ópticas" se siente casi como si fuera un sueño. En Biarritz yo había participado dos veces antes con mis cortometrajes "XX" y "El Tesoro de los Caracoles", los años 2005 y 2006. O sea, tuvo algo de volver a un lugar conocido. También tras el ajetreo y la marea humana de San Sebastián, fue agradable estar en un festival más chico y familiar. A la tripulación conformada por Inti Briones (director de foto), Gregory Cohen (actor en ese caso, ya que a veces es guionista, director y una larga lista de oficios que no voy a enumerar acá) y mi persona, se sumó la siempre divertida Valentina Vargas, directamente desde Los Andes. Piola no pasamos, eso está claro. Más encima fue el cumpleaños de Gregory y todo el mundo le cantó cumpleaños feliz en la cena.
Después del fiasco en San Seba donde se nos olvidó hasta tomar fotos de nuestro pase principal, llegamos armados hasta los dientes con cámaras a la pasada en Gare du Midi. Parecíamos turistas y el presentador, Jean-Christophe Berjon echó la talla con eso al vernos.
Finalmente llegó la jornada de premiación. Un cierto ambiente favorable que se desprendía de los comentarios recibidos nos hacía pensar que no era imposible que cayera algo, pero finalmente no fue así. Definitivamente no fuimos una peli de consenso, según el gossip que nos llegó desde el jurado durante la posterior cena (y el desayuno al día siguiente, jajaja). En cualquier caso, eso es algo con lo cual ya estamos acostumbrados a convivir.
Y ahora esperamos ansiosos nuestro estreno valdiviano que será el 15 de octubre, justo antes de partir rumbo a Japón a mostrar la película en Tokio. Mi amiga Namiko me prestó un libro: japonés de bolsillo, que en realidad es en francés, o sea, todo lo que es la onda trilingüe. Me gusta la idea de ver la copia de la peli con subtítulos verticales. Puede ser que sea el inicio de una ola japonesa. Por de pronto voy a leyendo a Murakami.

25.9.09

Reír, aplaudir, silbar



El día del estreno mundial de "Ilusiones Ópticas" por poco me quedé dormido. Nos habíamos acostado un poco tarde la noche anterior y aunque pusimos despertadores, pasamos de largo. Digo pasamos de largo porque estoy compartiendo habitación con Gregory Cohen y los dos estábamos durmiendo cuando llegó un chofer del festival para recogernos en nuestro hotel y llevarnos al Kursaal. La sala era bastante grande, con capacidad de 700 personas. Y ocurrió que estaba llena. Suena increíble, pero es cierto. Franco Pesce, un amigo chileno que estaba por acá y compró su entrada, estuvo cerca de quedarse fuera y tras él alguna gente se quedó sin ticket.
Tras presentar la peli junto a Inti y Gregory, decidimos quedarnos en la función y ver qué onda qué pasaba con el público. Una de las cosas buenas de tener un cine tan grande y tan lleno es que si hay algunos que lo van pasando bien, el resto se va contagiando. Y eso creo que fue más o menos lo que ocurrió, me parece. Aunque estábamos medio nerviosos, podíamos darnos cuenta que estaban dentro de la película, disfrutándola, riéndose bastante y con esa energía de un público enganchado. Al final de la función nos aplaudieron y se quedó más o menos la mitad del público al coloquio. Por ahí alguien preguntó si los actores eran profesionales o gente real haciendo de ellos mismos. No deja de ser un piropo, creo, sobre todo considerando que el estilo de actuación no es muy realista, pero algo debe haber habido de verdad para que el espectador que hizo la pregunta haya pensado eso. Por supuesto, Gregory Cohen logró arrancar unos cuantos aplausos cuando le tocó intervenir. Sabe encantar a las masas mi colega. Qué má puedo decir. Fue una muy agradable buena experiencia presentar la película así, en ese marco, con esa respuesta y con varios amigos chilenos presentes (Franz Ruz, Andrés Mardones, Pamela Bienzobas).
Los otros dos pases con público fueron en cines más pequeños, con salas de menos de 100 personas, que no estaban rebosantes como la primera, pero con buena asistencia. Y ayer tocaba el pase de prensa. Justo el día anterior habíamos ido al pase de la película "La Mujer sin Piano" de Javier Rebollo, una película española que recoge influencias bastante directas de Aki Kaurismaki. Ocurre que a mí la peli me gustó bastante, a Gregory igual, a Inti menos, pero la aprobó de todos modos. Cuando corrían los créditos finales, todo el cine empezó a silbar. Ostia, pensamos, si a éste lo chifla todo el cine y a nosotros la peli nos gustó, mañana en el pase de prensa nos chiflan seguro. A diferencia de las funciones con público, los realizadores no suelen ir a las funciones de prensa, no hay presentación ni coloquio. Pero nosotros estábamos en un bar cerca del cine en que corría el pase de prensa y cuando ya vimos que faltaba poco para que terminara la película (y teníamos un par de sangrías en el cuerpo), decidimos ponernos lentes oscuros y gorros e infiltrar la función de prensa a ver si nos tocaba silbatina. Por último para silbar también o hacer algún escandalillo, qué se yo, ofrecer combos a lo Sebastián Silva, aunque entre Inti, Gregory y yo creo que no amedentramos a nadie, sobre todo con nuestras tenidas incógnitas. Como sea, se acabó la peli, empezaron a correr los créditos y los periodistas aplaudieron. Quizá porque yo estaba sugestionado, creí escuchar una silbatina suave, que según mis cálculos la emitía una sola persona, máximo dos. Ni Gregory ni Inti ni una amiga alemana que nos acompañó escuchó nada. Ya no nos parecía tan malo ser silbados y fue un poco una decepción. Le daba algo de mística a nuestro pase por San Seba hablar de nuestra polémica función de prensa.
En la noche fuimos a una fiesta y ahí estaba el actor checo de "La Mujer sin Piano". Lo quedamos mirando en la duda y otro tipo que nos vio, nos dijo: es él, el actor de la peli de Rebollo. Lo felicitamos y le contamos que nosotros habíamos sido los 3 que aplaudían mientras el cine silbaba. Cuando le dije que era director me entregó su tarjeta y me dijo que aunque no había visto "Ilusiones Ópticas" le encantaría trabajar en una película chilena. Lo quedé mirando. El tipo vestía terno azul. Ya estaba llenándose de adolescentes el lugar y se iba el público festivalero. En el camino de vuelta me puse a pensar cómo podría ser la historia de una película chilena protagonizada por ese actor.

6.9.09

Crédito

Hace tiempo que lo veníamos prometiendo y no hay plazo que no se cumpla. Acá está mi cortometraje del año 2004 "El Tesoro de los Caracoles". Efectivamente, la historia procede de la tradición oral del sur de Chile, sin embargo, llegué a conocerla cuando la leí mezclada entre 500 cuentos escritos por presos. El 95% de los cuentos que leí y analicé (en uno de mis últimos trabajos como sociólogo), trataban con historias de crímenes, errores o faltas, donde el argumento de alguna manera u otra giraba en torno a la noción de responsabilidad o culpabilidad. Visité a su autor en la cárcel de Lautaro en 1999 y así me enteré que en realidad lo que el tipo había hecho era transcribir un cuento que había escuchado de su abuela muchos años antes. Cuando el 2003 iba a postular al Fondart y en la editorial que había organizado el concurso me explicaron que ellos no contaban con los derechos de la historia, quise contar con la autorización del hombre que sin querer me había conducido hasta el cuento. Viajé en bus a Concepción, donde pasé dos horas recorriendo la cárcel de El Manzano durante el día de visita, preguntando a presos y gendarmes hasta que di con él. No tenía otras visitas. La hermana de un ex compañero de celda lo visitaba en forma ocasional. Después de que estrenamos el corto entró y salió de la cárcel un par de veces. Varios personas me preguntaron por qué había hecho eso si sabía que el cuento pertenecía a la tradición oral. No sé si hay una muy buena respuesta a esa pregunta, pero supongo que en el cine que es por definición una disciplina colectiva, como la guerra o el trabajo en las fábricas, es importante hacer un esfuerzo por darle a cada uno el crédito que le corresponde.

5.9.09

Marx

Por estos días, mientras voy preparando el estreno de "Ilusiones Óptoicas", Marx reaparece en mi vida. Tengo en mi poder unos cuantos libros azules con la obras completas de Marx en alemán, las que heredé de mi ex suegro. La historia es divertida y literaria, tanto así que escribí un cuento y además hice un video que va a ser mostrado la próxima semana en una exposición de videos chilenos en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.
Y bueno, así fue como me crucé con este partido de fútbol entre las selecciones de Grecia y Alemania, es decir, la selección de filósofos. Marx le puso ñeque, pero el fútbol no es lo suyo.

25.8.09

Preguntas incómodas



En los últimos días se ha debatido bastante acerca de la naturaleza política de la película "La Nana", dirigida por Sebastián Silva y co-escrita por Silva y Pedro Peirano. Hay un sector de la crítica, curiosamente la más oficial, que le ha reprochado a la película un cierto conservadurismo en su agenda. Cómo si la película fuese valiosa en su planteamiento, pero no tanto en la manera en que cierra la historia, ya que ésta denotaría una omisión del problema de fondo, estructural, reduciéndolo todo a un problema psicológico.
En fin, es un debate interesante: Alejandro Zambra intervino desde su columna en La Tercera el fin de semana, señalando que la película es más rara de lo que parece a simple vista, que su final es casi circular y que esta exigencia moral que se le hace a la película es un lugar común desde Flaubert. O sea, Zambra le respondió a Martínez, Villalobos, Muñoz. Y Alejandro Fernández Almendras (AFA) le respondió a Zambra vía facebook señalando que la naturaleza política de una película no es necesariamente un panfleto o un discurso explícito. Hace rato que seguía esta polémica con interés. Pero llegado este punto decidí meter la cuchara.
Escuchando lo que Peirano-Silva plantean en entrevistas, por ejemplo, vía twitcam con Nicolás López, ellos defienden un ángulo humano y un relato que arranca desde la curiosidad acerca de un personaje enfrentado a una situación compleja e injusta, pero dejando en claro que no quieren hacer un comentario social. Puede ser que haya algunas preguntas difíciles que no estén respondiendo tan bien en las entrevistas, pero hay algo en lo cual quiero defender a esta dupla. Su película no es una película progresista. Posiblemente es conservadora en algunos aspectos, partiendo por el hecho de que se ciñan en forma bastante aplicada a la forma clásica de relato. Sin embargo, ¿desde cuando las críticas en los medios oficiales se dedican a premiar con estrellas los riesgos formales? Y más aún: ¿desde cuando una película debe ser progresista para ser una buena película? Por ejemplo, "Tony Manero" es una película excelente que perfectamente puede leerse al borde de una apología del fascismo, que parece disfrutar la tortura y la violencia, lo que no es trivial si nos situamos en Chile 1978. Sin embargo, en esa amoralidad hay un valor, hay un riesgo. Nos obliga a confrontarnos con una oscuridad de la cual no es tan fácil sentirse completamente excluidos, que es lo que ocurre cuando se trazan límite más claros entre buenos y malos. Me parece que a su manera, desde su aparente ingenuidad, con "La Nana" pasa algo similar, que también tiene que ver con una deliberada ambigüedad política, una ausencia de toma clara de partido que es un poco desconcertante.
Respecto de la secuencia final, yo la leo como una semilla de esperanza, más que como una redención hecha y derecha. Cuando el personaje entra en relación con alguien que le da cariño incondicional, que no contamina su cariño de racionalidad utilitaria (cariño en pos de paz, paz en pos de buen servicio), gatilla un click interior que a lo mejor no la libera de su yugo, pero la libera de un destino que parece insinuarse desde el arranque en la línea de "La Celebración" de Chabrol o "El Custodio" de Rodrigo Moreno, con los patrones muertos a balazos como único camino de liberación. ¿Habría un desenlace de ese tipo dejado felices a los críticos progresistas? ¿No sería ése un castigo para el personaje, que además de oprimida y enferma, deviene delincuente como empujada por una fatalidad que se origina en la pobreza?
Es tan inesperado el desarrollo que adopta la historia y aunque el personaje de Loyola es quizá el menos logrado, la amistad, pariente de la solidaridad, sale bien parada en el oscuro paisaje de la película. Yo no sé qué vieron los demás, pero cuando Raquel imita la forma de actuar de Lucy al final, está imitando la forma de actuar de una persona que a poco andar abandonó el oficio de empleada doméstica, no lo pudo bancar y decidió retomar las riendas de su vida. A mí al menos me resulta obvio leer esa secuencia como una posibilidad futura: que Raquel siga la huella de Lucy hasta el final y abandone, pero ése seguramente es un recorrido largo, sinuoso e incierto.
Personalmente hubiese disfrutado algo de vendetta de clases, aunque fuese soft, a lo "Tres Tristes Tigres". Pero mientras más lo pienso, más interesante me parece el camino elegido por esta historia y su aplomo para hablar de un tema como éste sin culpas (quizá esa falta de culpa es lo que más irrita a algunos). Y creo que el debate que ha ocasionado demuestra que a veces en el cine es más importante hacer las preguntas políticamente incómodas que ofrecer las respuestas políticamente correctas.

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21.8.09

Ni un respeto

"La nómina de las películas que participan en la sección Horizontes Latinos se cierra con la coproducción peruana Contracorriente de Javier Fuentes-León sobre la historia de una relación homosexual secreta, y las chilenas Huacho de Alejandro Fernández Almendras, e Ilusiones ópticas de Cristián Jiménez, que relata unas extrañas historias cruzadas." Fuente: El País de Montevideo.

12.6.09

Nadie sabe para quién trabaja

El tema de la transparencia es un tema delicado y supongo en todos lados es una lucha contra la tendencia natural a la corrupción, más que lo inverso. El último plano es una de esos lindos momentos en que como diría mi abuelita, por la boca muere el pez.

 
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