Volantines
Es increíble como una ciudad tan lúgubre como Londres puede transformarse con la llegada de la primavera. La gente en la calle anda sonriente, por todos lados buen humor, buenas caras, gente en los parques tomando sol, una ciudad al borde de la felicidad. Con ese panorama de fondo partí a Croydon, uno de los suburbios más feos de esta ciudad. Algo así como el paradigma de la ciudad dormitorio. Me compré The Guardian para ir leyéndolo en el tren y caminé hasta la estación de East Duwlich. Embalado leyendo llegué a la estación de London Bridge, lo que quiere decir que tomé el tren en la dirección equivocada. Simplemente seguí leyendo y el tren partió de vuelta en dirección a aquel suburbio famoso únicamente porque la modelo Kate Moss es oriunda del lugar. Compré una botella de Pinot Noir Cono Sur y al llegar a la casa de mi amigo Dave dije que la había traído de Chile en el avión. A Dave lo conocí en el 2000 a través de un australiano con el que yo trabajaba, que había sido su jefe en Hong Kong. Tres años después el australiano murió atropellado en un accidente freak en Seattle. Dave está casado con una chica china que se crió en las islas Mauricio, que se llama Christine. La última vez que vine a Londres, fui a Croydon y conocí a su hija Ariane. Ahora me tocó conocer a la segunda mujercita: Leonie, así, en francés. Dos niñas lindas, con ojitos chinos y pelo castaño claro. Comimos pasta con pescado, hablamos de cine, de política, de contaminación, de trabajo, de tener hijos. De postre había una cosa rara llamada halva, que según Dave me explicó, se hacía con pistacho y venía de no se qué lugar del medio oriente. Era un vulgar mantecol, pero de elaboración artesanal y mucho más caro.
Después de almorzar fuimos al parque de Croydon, que parecía estar en medio del campo y estuvimos elevando volantines. Por estos días a la niña mayor la estaban preparando para bautizarla. El mejor colegio de Croydon es un colegio católico y si no la bautizan disminuye la chance de entrar y luego disminuye la chance de entrar en la universidad, ganar dinero, ser alguien en la vida. Y la chiquitita bien firme sostenía el rollo del volantín, sin mover un músculo. En todos los suburbios del mundo, hasta en los más tranquilos, se cuecen habas. Primera vez que iba a Croydon de día. Me sentí bien y me dio gusto ver que mi amigo estuviese tan contento.
Después de almorzar fuimos al parque de Croydon, que parecía estar en medio del campo y estuvimos elevando volantines. Por estos días a la niña mayor la estaban preparando para bautizarla. El mejor colegio de Croydon es un colegio católico y si no la bautizan disminuye la chance de entrar y luego disminuye la chance de entrar en la universidad, ganar dinero, ser alguien en la vida. Y la chiquitita bien firme sostenía el rollo del volantín, sin mover un músculo. En todos los suburbios del mundo, hasta en los más tranquilos, se cuecen habas. Primera vez que iba a Croydon de día. Me sentí bien y me dio gusto ver que mi amigo estuviese tan contento.