Sexo
Uno de los principales desafíos del segundo día de rodaje fue hacer una escena de desnudos. En mis trabajos anteriores nunca tuve una escena de cama, sólo una situación en "Hong Kong" en que Gonzalo Valenzuela se le acerca por atrás a la Anabelle Reid mientras cocina, le da besos en el cuello y le acaricia las tetas. Mi política, después de hablarlo con Waldo el asistente de dirección, fue tratar la escena igual que cualquier otra, sin sacar a nadie del set y sin siquiera plantear el tema a los actores para no dar pie a arranques de pudor. Creo que fue la mejor decisión. Ingrid estaba tranquila y el punto de nerviosismo que tenía era coherente con un personaje que se va a la cama con alguien por primera vez. Lamentablemente nos pasó aquí algo que se repitió un par de veces en otros momentos del rodaje. Hicimos un ensayo para cronometrar el plano y no volvimos a conseguir algo así de bueno con la cámara de cine corriendo. No es que lo filmado estuviese mal, pero simplemente un par de detalles ponían al ensayo un peldaño más arriba.
En la noche del segundo día tuvimos que trabajar con extras, porque era la fiesta de cumpleaños del protagonista. La mayoría de los presentes eran amigos míos o de mi novia, lo que al carrete le daba un aire real, por no decir que parecía mi propio cumpleaños. Para más bizarría, puse a mi abuela a cargar la torta mientras se cantaba cumpleaños feliz. Y para qué la fiesta pegara como fiesta de verdad, llamé a Roberto Farías, el actor de "El Tesoro de los Caracoles". Su rol: ser el alma de la fiesta. Creo que esos planos funcionan, porque la gente estaba pasándolo bien de verdad y eso se nota en una película. He estado en carretes de filmación, en que lo que cunde es el aburrimiento e inevitablemente el feeling que queda es de un tedio pasmoso. Aquí casi se pasó para el otro lado. Cosas que mirando en retrospectiva pude haber hecho distinto: a los asistentes a la fiesta les debí haber pedido que no sonrían nunca. Mirando el video, me di cuenta que se ven demasiado contentos en relación a la sobriedad de toda la historia. Mariana Loyola en el papel de la ex del personaje principal estuvo notable. Pasiva-agresiva y rara, termina tirándole el pelo a la nueva conquista de su ex con mano firme.
Mañana sigo con los detalles del último día en el zoológico y en Bellavista. Además tengo pendiente dos cosas: comentar "Paréntesis", película chilena de mis amigos Pablo Solís y Francisca Schweitzer, a cuyo estreno asistí antenoche, y "Los Muertos" de Lisandro Alonso, peli argentina que ganó el SANFIC y que tiene uno de los planos más violentos que he visto en toda mi vida.
En la noche del segundo día tuvimos que trabajar con extras, porque era la fiesta de cumpleaños del protagonista. La mayoría de los presentes eran amigos míos o de mi novia, lo que al carrete le daba un aire real, por no decir que parecía mi propio cumpleaños. Para más bizarría, puse a mi abuela a cargar la torta mientras se cantaba cumpleaños feliz. Y para qué la fiesta pegara como fiesta de verdad, llamé a Roberto Farías, el actor de "El Tesoro de los Caracoles". Su rol: ser el alma de la fiesta. Creo que esos planos funcionan, porque la gente estaba pasándolo bien de verdad y eso se nota en una película. He estado en carretes de filmación, en que lo que cunde es el aburrimiento e inevitablemente el feeling que queda es de un tedio pasmoso. Aquí casi se pasó para el otro lado. Cosas que mirando en retrospectiva pude haber hecho distinto: a los asistentes a la fiesta les debí haber pedido que no sonrían nunca. Mirando el video, me di cuenta que se ven demasiado contentos en relación a la sobriedad de toda la historia. Mariana Loyola en el papel de la ex del personaje principal estuvo notable. Pasiva-agresiva y rara, termina tirándole el pelo a la nueva conquista de su ex con mano firme.
Mañana sigo con los detalles del último día en el zoológico y en Bellavista. Además tengo pendiente dos cosas: comentar "Paréntesis", película chilena de mis amigos Pablo Solís y Francisca Schweitzer, a cuyo estreno asistí antenoche, y "Los Muertos" de Lisandro Alonso, peli argentina que ganó el SANFIC y que tiene uno de los planos más violentos que he visto en toda mi vida.
Siempre me han intrigados esas escenas que más que sexo tienen que ver con exceso de felicidad en la pantalla. Entonces el límite es tan pequeño como un milímetro; milímetro que raya lo real o lo exagerado. Entonces vuelvo al plano del alma de la fiesta que usted cuenta, y creo que por ahí va el detalle, con extras que son amigos y su abuela que llega con la torta.
Y la escena queda con arranques de pelo y pasividad-agresividad de la heroína de turno.
saludos