Tardes de Cine

Ficciones, Mentiras e Ilusiones Ópticas de la Vida Real

9.5.06

Ruiz, Eimbcke y Falabella

Definitvamente, "Diálogos de Exiliados" es mi película chilena favorita. Tiene un final que te rompe el corazón. Ya se adivinaban las primeras peleas entre los exiliados. Se perdió plata donada para financiar el viaje de una familia perseguida. Surgían las peleas a combos. Las huelgas de hambre fuera de control. La certeza de una inminente caída del dictador ante cualquier noticia desde Chile. Pero cuando en la última escena, uno de los huelguistas de hambre recibe finalmente su permiso de trabajo, pasa algo escabroso. Es felicitado por un izquierdista argentino, quien le hace ver que está subiendo y no debe dejar de subir. Y entonces es despedido por una especie de líder de la camarilla, un tipo que habla francés y es evidentemente de estrato social más alto. Le dice que ahora ya no se van a ver tan seguido como antes, lo que es una ironía dado el nivel de hacinamiento en que estos personajes han vivido, pero que él ahora será "como" un trabajador francés. Una mujer sale de una habitación y avisa que la reunión va a empezar. El obrero, excluido de esta reunión, se despide diciendo en broma que se van a ver en la próxima revolución y feliz con su permiso de trabajo, se larga. Eso fue filmado en 1974, damas y caballeros.
El fin de semana también vi "Temporada de Patos". Esta peli mexicana dirigida por Fernando Eimbcke tiene aciertos y desaciertos, aunque creo que lo que más me sedujo es la forma. Planos fijos en blanco y negro para contar una historia mínima de adolescentes. Lindos encuadres y una bien lograda atmósfera. El momento menos logrado trancurre inmediatamente después de uno de los momentos más logrado (en que el dueño de casa humilla al repartidor de pizza de extracción social baja).
Sin ser perfecta, es una peli interesante.
Y para rematar este post diverso, sólo decir que anoche fui a un concierto en el Goethe organizado por CIMA, colectivo de intérpretes de música actual. Llegué atraído por escuchar piezas de Roberto Falabella, un pelacable que compuso un monón de cosas sin poder siquiera mover sus manos ya que tenía una enfermedad degenerativa. Murió antes de los 30 y a pesar de eso, es considerado uno de los más grandes de la música chilena del siglo XX. Se tocaron unas piezas breves de él, casi como nanometrajes. Luego dos piezas de Brncic y Lefever, para rematar con un dueto de Falabella que tenía toques derechamente cinematográficos. Entre medio habló el profe Luis Merino, un poco latero pero apasionadísimo de la música. Fue un gusto estar ahí. El próximo concierto es el lunes 5 de junio.

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