Al final del primer día de rodaje de mi corto, aprovechamos con mi chica de ir al SANFIC. En un aro del rodaje, vimos que daban "Code 46" de Michael Winterbottom y como es un director cuyas películas suelen ser estrenadas en Chile en forma intermitente, parecía una buena opción. Sin embargo, al llegar al Hoyts La Reina, vimos que a la misma hora daban "Los Muertos" de Lisandro Alonso, un joven director argentino, minimalista, hijo de millonarios y premiado internacionalmente. Yo nunca había visto nada de Alonso, aunque en mi pasada por el Taller Colón 2004, tanto Michel Reilhac de ARTE Francia como Ilse Hughan de Hubert Bals, no paraban de elogiarlo (había estado ahí el 2002 o 2003) y casi dio para chistes entre los demás directores. Debo decir que "Los Muertos" es un peliculón. Poderosísima. Creo que jamás voy a sentir el impulso de hacer una película como ésa. Sin embargo, ya con el primer plano, un plano secuencia de diez minutos, húmedo, verde y con los depojos de una violencia brutal, me dejó despierto como si el resto del día en lugar de haberlo pasado de pie sufriendo en un set de filmación, lo hubiese pasado descansando para ese gran momento. De ahí en adelante la película no me perdió. Una sucesión de planos largos y mínimos en los que no ocurre gran cosa, pero que siempre están dominados por detalles que cautivan tu atención y a la vez perturban. La historia es ésta: Argentino Daneri (creo que se llamaba, puede ser también un personaje de Borges) queda libre, tras diez años preso por matar a sus hermanos. Decide viajar por un río en medio de la selva en busca de sus hijos. No es gran cosa, pero todo está contado con una precisión y una coherencia conceptual notable. A menudo la cámara panea, casi como si navegara, independiente del ritmo de la acción, quedando a veces atrás de los personajes que caminan para luego recapturarlos cuando sólo son un puntito y quedarse con ellos así, pequeños. También ocurre que a veces los personajes se mueven, ya sea para alejarse o acercarse, durante largos planos secuencias, sin que por ello el foco de la cámara cambie. Muy interesante y muy intenso. Como guinda en la torta, la película contiene una lucha cuerpo a cuerpo sobre el bote que aunque es de una bestialidad pasmosa, es también lo más parecido a un comentario filosófico condensado en una sola escena, que me ha tocado ver en bastante tiempo.
A la salida de la película, mi novia se quedó dormida y tuve que manejar de vuelta a mi casa. No manejaba hace más de un año. La ciudad me parecía más oscura que de costumbre y yo me sentía despierto, atento y vigilante de todo a mi alrededor. Erizado.
Efectivamente, amigo, Argentino Daneri es el personaje que Borges sitúa en su relato El aleph.
Y la película se lee prometedora, sobre todo porque me recordo a Aguirre, de Herzog, con eso de las alusiones a las travesías fluviales.
Hasta Valdivia debe venirte a la memoria.
En la semana, después de las siete, cualquier día menos el viernes, nos juntamos.