Tardes de Cine

Ficciones, Mentiras e Ilusiones Ópticas de la Vida Real

9.2.06

Impostor

Estoy en un cibercafé en Purén al final de mi primer día de rodaje de un documental sobre los kuel, montículos artificiales que pueblan el valle de Purén-Lumaco. Viajé anoche de Santiago. Pegó fuerte el sol. Estoy agotado. Pese a eso no tengo dudas acerca de mi identidad. No es que haya pasado por una de esas crisis precisamente, pero hace tres días tuve que fingir ser otra persona durante toda una mañana.
Todo comenzó hace unas dos semanas cuando a mi oficina llegó una carta de TNT con malas noticias. Mi única copia en 35mm con subtítulos en inglés de "El Tesoro de los Caracoles" estaba retenida en aduana. El último festival en que estuvo (FIKE en Portugal) mandó la copia por courier y no por valija diplomática como les dijimos que lo hicieran. Algún funcionario consideró que la valuación de la mercadería era muy baja y la retuvo. Hablé con la gente de DIRAC (división cultural del ministerio de relaciones exteriores) y me hicieron una carta diciendo que patrocinaban el proyecto en su ruta por el extranjero y me dieron una copia del oficio con que salió a Montreal en agosto pasado por valija diplomática. Desde entonces que andaba dando vueltas.
Con los documentos en mano partí al aeropuerto. Recién al llegar a la aduana me percaté de un detalle. Todos los documentos que andaba trayendo, excepto la carta de DIRAC, estaban a nombre de mi socio y a nombre de Retaguardia Films. No andaba trayendo el RUT de la empresa ni nada que demostrara mi calidad de socio de la productora. Lo peor: el envío de TNT desde Protugal iba dirigido a mi socio como persona natural. Pasé por aduana, mostré todos los documentos y un funcionario me dijo que para poder liberar la peli debía tener un permiso especial del director regional de aduanas. Me mandó al segundo piso del edificio. Allí deambulé perdido por oficinas y bodegas reconvertidas en oficinas hasta finalmente dar con el escritorio del caballero. Le pasé los documentos sin identificarme. El tipo andaba de buenas y me preguntó como le había ido a la peli en su tour. Le expliqué lo de Biarritz y el premio en Los Ángeles. Se alegró. Hablamos de cine chileno. De cines, de actores, de ayudas públicas al cine. No me di ni cuenta y en eso el tipo le puso un timbre a la carta de TNT que decía bien clarito el nombre de mi socio. Luego escribió visto bueno. Me iba yendo y me detuvo. Temblé. Me pidió que le diera el papel de vuelta y me quedó mirando. Entonces dijo: ¿qué fecha es hoy?
Me despedí con un apretón de manos y regresé a aduana. Allí el funcionario había sido instruido por el director regional de hacerme la vida fácil. Me comentó en tono cómplice: así que su película anduvo concursando en Europa. Asentí sonriendo. Me puso otro timbre y me dijo que pasara a la bodega de TNT.
Una chica me recibió en una mampara y tras echar un vistazo a los papeles de aduana y DIRAC, me pidió los papeles de TNT. Tenía preparada mi respuesta si descubrían que yo no era el destinatario: iba a pedir que TNT llevara la copia a mi oficina como estaba consignado en la guía. Don Andrés, me dice. Sudé. Me hice el que no escuchaba y después la miré con cara de sueco. Me explica que tengo que esperar diez minutos a que busquen la peli en otro lado.
Y así llegó mi lata. Ella estaba empezando a leer el nombre de mi socio cuando me anticipé y le dije que eso era para mí. Tenía el carnet en la mano. Me quedó mirando y me dijo: aquí ponga su nombre, su rut y su firma. Era el momento de decir la verdad o callar para siempre. Opté por escribir unos mamarrachos ininteligibles en el nombre, firmar encima y luego escribir mi número de carnet. Guardé mi carnet antes de mostrárselo a la chica y nunca me lo pidió.
Al salir tuve que volver a pasar por aduana a dejar una guía. Como el tipo ya se acordaba de mí, tampoco me pidió ninguna identificación. Recórcholis. Menos mal que esos papeles no cayeron en malas manos, porque cualquier hijo de vecino pudo sacar la peli de ahí. Cuando le conté a mi socio que lo había suplantado, lo único que me dijo fue que ya que estaban tan liberales en el control debí aprovechar de llevarme alguna otra cosita.

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