Miel
Ayer en la oficina de Jirafa dividimos la miel en dos baldes. De mis 15 kilos, 14 se fueron entre una ronda por las oficinas aledañas a Jirafa y otra ronda en casa de mi vieja, donde ella y mi hermana yogui compraron una buena cantidad. En resumen, por primera vez en mi vida hice un buen negocio. ¿Por qué? Porque el transporte de la miel corrió por cuenta del documental que grabábamos, o sea, fue costo cero para los distribuidores de miel. Porque Roco puso la plata y se la devolví después de vender 15 lucas. Porque el retorno de la inversión fue rápido. Dos días después de abierto, se cerró el negocio con 17 lucas utilidad (o sea, más de un 100% de retorno bruto). Si algún ingeniero comercial lee esto podrá decir cuál fue la TIR, pero estoy seguro de que fue excepcional.
Como siempre, es mejor bisnes vender cualquier cosa que producirla. Lo mismo pasa con el cine. En el caso de la miel ayudaba mucho contar con un producto con tres valores adicionales: la miel era orgánica, étnica y subversiva. Esto quiere decir: hecha a pulso, sin ningún tipo de tecnología, menos fertilizantes, por un señor que vive en una comunidad mapuche en Lumaco, es decir, con la miel se financia la quema de camiones a las forestales de la zona, que tienen el valle entero convertido casi en un desierto. Pura erosión. Con una miel así, imposible perder.
Bien, colega, muy bien.
Si aplicara su teoría al cine, estaría millonario colega, si es que la teoría funcionara.
La miel es más dulcde que el cine, colega.