La situación es más o menos esta: tenía 19 años y con la ansiedad de aún-teenager estaba engrupido con la idea de ser un intelectual. Estudiaba sociología, tomaba cursos en filosofía, estética, economía y ciencias políticas y en paralelo militaba como escritor irregular de cuentos más o menos abstractos. Precoz como venía conseguí una beca para irme a estudiar a la universidad de Heidelberg, una de las más tradicionales de Alemania, cuya escuela de sociología se apegaba a la rigurosa especulación académica tan alemana más que al trabajo empírico. En el mundo en que vivía, era algo como el sueño del pibe.
Llegué a Heidelberg un mes antes del inicio de las clases. Sin mucho que hacer, mientras me preparaba para empezar el semestre fui mucho al cine, al Gloria, a Karlstor y a unas proyecciones de los estudiantes de ciencias en Nuenheimer Feld que duró todo el año y que en celebración de los 100 años del cine hacía un recorrido por los imperdibles. Mi cultura cinéfila hasta ese momento se restringía a los clásicos que podía ver en el Normandie, lo que había visto en el curso de cine de Cecereu en la Católica y la cartelera de estrenos. Video no tenía (tampoco tele).
Estaba empezando recién las clases con monumentos andantes de la sociología y la filosofía como Schluchter, Bubner, Uta Gehrhardt (Gadamer ya no daba clases, pero hablé con él a la salida del seminario de Bubner sobre Kant), cuando la ciudad empezó a estar tapizada de afiches del festival de cine de Mannheim-Heidelberg de ese año. Los estudiantes de la universidad teníamos algo así como un 80% de descuento en el pase para todo el festival, así que me compré uno y en 10 días vi unas 50 películas entre cortos, largos y documentales. Hasta ese momento ni siquiera me imaginaba que existieran películas como las que vi. Recuerdo "Mod Fuck Explosion" de
Jon Moritsugu, "06" de Theo van Gogh, "Me dicen Yovo" un documental de un peruano que se llamaba Juan Ramírez, "Nico Icon", un docu sobre la chica de los Velvet, una peli belga que no recuerdo ni el título ni el director, pero que mostraba a un tipo que volvía a visitar a su familia en la tierra después de suicidarse, un documental de Burkina Faso, una peli gringa en video de un director de 17 años, "Land Unter", un corto alemán en blanco y negro que me alucinó, una peli alemana de una chica que odiaba a su hermana, cuya directora explicó que no era autobiográfica, "Chungking Express" de Wong Kar Wai, una peli italiana de un tipo que trabajaba midiendo el consumo de gas, "El per qué del tot plegat" de Ventura Pons, en fin, pelis cubanas, tailandesas, búlgaras, neozelandesas, egipcias, austríacas. Fueron muchas horas de ver películas que no tenían nada mucho que ver con lo que había entendido por cine hasta ese momento, que me dejaron aturdido durante semanas.
Al final de esa maratón, recuerdo caminar por Heidelberg pensando: qué chucha hago estudiando sociología, que era una pregunta difícil porque la sociología me apasionaba. Lo más remecedor en todo caso, fue sentir que yo mismo era capaz de hacer pelis como las que había visto. Así es que caliente como me dejó el festival, me uní a un amigo húngaro que estudiaba literatura, nos conseguimos una cámara super vhs en la universidad. El encargado nos enseñó a usarla en 25 minutos. Cuando volvimos de grabar "Gibs Auf", mi primer corto, nos enseñó a editar en otros 25 minutos. Y en 3 días lo terminamos: 3 minutos en blanco y negro. Igual pasaron hartos años más hasta que abandoné la sociología y me tiré a la piscina como cineasta.
Como sea, éste ha sido un rodeo largo para decir que es emocionante que mi corto "XX", 10 minutos en blanco y negro, esté en la competencia oficial del festival de Mannheim-Heidelberg y lo den en todos esos cines donde pasé encerrado una semana viendo pelis hace 11 años: el Gloria, Gloriette, Karlstor, Uni-Zelt, en fin. El Gloria tenía una boletera vieja, muy flaca y malas pulgas con las que uno siempre se topaba en el super y en la cafetería o en cualquier calle de Heidelberg porque es una ciudad enana. Me pregunto si todavía seguirá ahí.