Roy dixit
Creo que desde que empecé a trabajar en "Ilusiones Ópticas", cada proceso era una versión semejante de lo que había hecho con los cortos, pero a otra escala. El cambio de escala no sólo tiene que ver con un aumento de las horas de trabajo o con qué a todo nivel hay que hacer más, sino que ya desde el guión, implica que el control sobre la totalidad del material y la búsqueda de un estilo unificado al interior del cual tienen lugar las variaciones que tengan que haber, es un desafío infinitamente mayor que en un corto de 15 minutos. Como mi película tiene tres historias, este asunto de la unidad fue una preocupación permanente y siento que en el rodaje no hubo grandes percances. La foto, los encuadres, el arte, las actuaciones, todo responde a un cierto patrón común. Es un sola película, no son varias películas.
Hasta ahora donde más rudamente había sentido el cambio de escala de corto a largometraje había sido en dos procesos de post-producción: el montaje y la música. Por razones obvias, el montaje de un largometraje es mucho más exigente, sobre todo si uno quiere que haya un cierto tono de montaje, sumado a los dilemas de estructura que una película con varios protagonistas plantea. Hubo algunos extravíos y el trabajo salió más largo de lo previsto, pero estoy totalmente conforme con el resultado. Algo parecido pasó con la música: no fue fácil dar con una unidad sonora, que traspasara la película y a la vez fuera propia de cada historia o cada personaje. Pero también se logró.
ASí llegué a los procesos finals de mezcla, FX y laboratorio. Cerrado el sonido, imaginaba que el color y el laboratorio sería poco menos que un trámite. Craso error. Hubo algo que jamás experimenté antes en mi breve trayectoria como director de cortos: rodar en digital para terminar en 35mm. Cuando hice cosas en digital las terminamos en digital, cuando hice cosas en 35mm las terminamos en 35mm. Pues bien, dada la manía con que armamos cada encuadre, el hecho de que los niveles de contraste y brillo de cada plano, y sobre todo los colores mismos, simplemente estallaran en direcciones impensadas al pasar a 35mm fue algo para lo cual debo confesar que no estaba preparado. Cuando ya parecía que estábamos casi listos, este asunto me ha dado más de un dolor de cabeza y me tiene varado en París, donde voy a quedarme hasta 1 semana antes de la navidad.
Por suerte, ya recuperamos el control de la situación desaturando más de lo previsto y tras varios cabezazos contra la muralla, vamos de nuevo por buen camino. En medio de la incertidumbre fue un día al cine a ver unos cortos de Roy Andersson con Isabela, la montajista brasilera-francesa de "Ilusiones Ópticas" y sorpresa, el mismo director en persona se presentó a una sesión de preguntas y respuestas al final de la función. Contó que una mañana en los 80 se dio cuenta que o cambiaba de estilo o abandonaba el cine y así fue que como comenzó a hacer esas películas abstractas, divertidas, increíbles. Le comenté los rollos que estaba teniendo con el lab y me dijo: sigue adelante con optimismo y estoy seguro que todo saldrá bien. Hasta ese momento siempre me había preguntado si Andersson era un optimista o un pesimista y tuve la respuesta sin tener necesidad de preguntárselo. Creo que Roy estaba en lo cierto.